Dedicado a mis hijos, Carlos Antonio, Guillermo y Magdalena; para que, al menos, sepan cómo actúa el sesgo de confirmación.
En tiempos de crisis, la necesidad de encontrar culpables se convierte en una dinámica frecuente. Las personas, naturalmente, buscamos explicaciones para situaciones dolorosas o difíciles. Y en un entorno altamente polarizado como es el actual, el proceso de asignar culpabilidades se ve afectado por el sesgo de confirmación. Este sesgo es una tendencia psicológica por la cual las personas buscamos, interpretamos y recordamos la información de una manera que confirma nuestras creencias previas, ignorando o minimizando aquello que las contradice. En momentos críticos, cuando el malestar social aumenta, este sesgo se vuelve una herramienta poderosa que puede ser manipulada por posiciones políticas extremas, exacerbando divisiones y afectando gravemente a la democracia.
¿ Cómo actúa este sesgo de confirmación en tiempos de crisis?
El sesgo de confirmación lleva a que, frente a una crisis, como la pandemia, o en estos momentos el drama que se vive con la DANA que ha afectado a la Comunidad Valenciana con centenares de fallecidos, las personas tendamos a dar mayor crédito a las versiones de los hechos que confirman nuestra visión del mundo, ideas, prejuicios e ideología. Si una persona está convencida de que, por ejemplo, cierto partido político -que no es el nuestro- es ineficaz en la gestión de la crisis, buscará noticias, análisis y comentarios que refuercen esa percepción, y desechará aquellas opiniones o datos que la contradigan. Este proceso no solo es inconsciente en muchas ocasiones, sino que se ve amplificado en entornos de alta polarización. Y se dispara en escenarios con una gran cantidad de información disponible, donde los medios de comunicación y las redes sociales funcionan como cámaras de eco.
Durante una crisis, esta inclinación a interpretar los hechos de manera sesgada tiene efectos peligrosos. La rapidez con la que las personas buscan culpables lleva a tomar conclusiones precipitadas, a menudo sin pruebas contundentes o análisis objetivo. Los rumores y teorías de conspiración ganan terreno, y las emociones, como el miedo y la ira, reemplazan a la reflexión y el análisis. Esto se traduce en un juicio colectivo apresurado y en narrativas simplistas sobre quiénes son los «buenos» y los «malos»
La oportunidad para los extremos.
Y en este contexto, los actores políticos más extremos, que suelen tener agendas propias y una base ideológica cerrada, ven en este fenómeno una oportunidad para sacar rédito. El malestar y el sufrimiento de la gente en tiempos de crisis son terreno fértil para explotar el sesgo de confirmación y posicionarse como los «defensores» de las víctimas, asignando responsabilidades oscuras a sus rivales ideológicos. A través de discursos simplificados y enérgicos, que apelan a las emociones más que a la razón, estos actores logran conectar con el sentimiento de frustración de una parte de la población, alimentando la percepción de que ellos son la única alternativa válida frente a un enemigo que, según su narrativa, es el único culpable.
Además, estos sectores suelen utilizar las redes sociales y los medios digitales de forma eficaz para amplificar sus mensajes, difundiendo contenidos que son rápidamente consumidos y compartidos por usuarios afines. Esto contribuye a generar una especie de «realidad paralela» donde los hechos objetivos pasan a un segundo plano, y las interpretaciones se basan en creencias reforzadas una y otra vez.
Comunicación y los peligros para la democracia
La manipulación del sesgo de confirmación en situaciones de crisis no solo genera desinformación, sino que debilita los cimientos democráticos. En una democracia sana, es fundamental que las personas puedan dialogar y discutir desde puntos de vista diferentes, partiendo de un marco común de hechos y respetando los derechos de los demás. Sin embargo, cuando el sesgo de confirmación domina el discurso público, cada vez es más difícil llegar a un consenso, ya que cada grupo solo «ve» la realidad que respalda sus prejuicios, y esto, unido a otros sesgos, se muestra como un hándicap para la convivencia.
La comunicación se convierte entonces en un campo de batalla donde la verdad deja de ser el objetivo principal. En su lugar, el mensaje es moldeado para encajar con las creencias de las audiencias, y la verdad se adapta a la conveniencia de la estrategia política. Esto empuja a las democracias hacia un terreno peligroso en el cual las decisiones se toman desde la irracionalidad y el populismo, y no desde el diálogo ni el análisis crítico.
¿Cómo combatir el sesgo de confirmación en tiempos de crisis?
Combatir el sesgo de confirmación en una crisis es difícil, pero no imposible. Aquí algunos pasos clave:
- Fomentar la educación mediática y crítica: enseñar a la población a cuestionar las fuentes de información y a analizar los mensajes de forma crítica es esencial. La alfabetización mediática permite que las personas se vuelvan más conscientes de sus propios sesgos y desarrollen una visión más crítica de los mensajes que reciben.
- Promover la diversidad de información: es crucial evitar consumir información únicamente de fuentes afines a nuestras creencias. Exponerse a puntos de vista diferentes puede ayudar a cuestionar y reevaluar nuestras propias opiniones.
- Responsabilidad de los medios de comunicación y las plataformas digitales: los medios deben tener un rol activo en evitar la difusión de contenidos que fomenten el odio y la polarización. Además, las redes sociales y las plataformas digitales tienen la responsabilidad de vigilar el contenido que promueven y de no amplificar discursos extremos.
- Incentivar el diálogo y la participación democrática: la democracia debe promover espacios de diálogo donde las personas puedan expresar sus ideas de manera libre y respetuosa. Fomentar el intercambio de ideas y la participación ciudadana puede ayudar a construir una sociedad más tolerante y menos polarizada.
El miedo a que los jóvenes caigan en el sesgo de confirmación
Para quienes tenemos hijos, la preocupación por que los jóvenes caigan en el sesgo de confirmación es cada vez más frecuente. En un contexto en el que las redes sociales y los entornos digitales exponen a los jóvenes a mensajes polarizados, la posibilidad de que se formen una visión parcial y sesgada de la realidad es un riesgo total. Y deberíamos luchar en nuestros hogares por enseñar a los hijos a cuestionar las fuentes de información, a leer y escuchar con una mente abierta y a no dejarse llevar por las opiniones extremas que podrían ver en sus redes sociales.
Utilizar las estrategias descritas, como promover la diversidad de información y enseñar a cuestionar de manera crítica lo que consumen, se convierte en un esfuerzo constante. En el hogar, este enfoque de educar en el pensamiento crítico y en la responsabilidad informativa se convierte en una herramienta poderosa para contrarrestar los efectos del sesgo de confirmación y asegurar que las nuevas generaciones no caigan en la manipulación informativa ni en la polarización que tanto amenaza a nuestras democracias.